EL COMUNISMO CONTRA LA MASONERÍA
A la vigorosa y constante
lucha antimasónica librada por la Iglesia católica y las derechas
tradicionalistas, hay que añadir la antimasonería de los movimientos
anárquico, socialista y comunista.
Especialmente nos fijaremos aquí en el
elemento comunista, analizando los primeros congresos de la
Internacional Comunista:
La Internacional Comunista y el
preliminar antimasónico del partido socialista italiano.
Hay que esperar hasta 1917,
fecha de la revolución bolchevique, y sobre todo hasta 1919, con la
creación de la Internacional Comunista, para hablar de un movimiento
comunista organizado. En marzo de 1919, precedida por un documento de
León Trotski titulado Sobre el congreso de
la Internacional Comunista,
nacía en Moscú la IIIª
Internacional, más conocida como Internacional Comunista.
En el primer Congreso, que
tuvo lugar en Moscú del 2 al 14 de marzo de 1919, no se tocó el tema
de la masonería. Pero ya en el segundo, que comenzó en Petrogrado el
17 de julio de 1920 y prosiguió en Moscú del 23 de julio al 7 de
agosto, la delegación del Partido Socialista Italiano (PSI) planteó
oficialmente el problema, que venía siendo uno de los caballos de
batalla desde su congreso de Ancona (1914).
Intuyendo, pues, que la
cuestión masónica se pasaría probablemente por alto, Antonio Graziadei,
miembro de la delegación italiana y futuro dirigente del Partido
Comunista de Italia, insistió para que ese punto se incluyera entre
las condiciones de admisión que: «Todo partido que quiera adherirse a
la Internacional Comunista no deberá permitir en ningún caso que sus
miembros pertenezcan a la secta de los masones. Éstos constituyen
efectivamente, en diversos países, organizaciones políticas que, a
través de su concepción abstracta, formal y burguesa de las relaciones
sociales, defienden los intereses del sistema de la pequeña burguesía
nacional e internacional… Basta con una simple ojeada a los escritos
masónicos para motivar mi petición. Se trata de una organización
política que ambiciona llegar al poder mediante la conquista y el
conservadurismo… La doctrina en que se base es el polo opuesto de las
teorías marxistas-socialistas. Aspira a ocultar las diferencias
nacionales y de clase bajo una teoría abstracta y formalista de la
razón. Es además una organización secreta y los camaradas que son
miembros de la masonería pueden llegar a controlarnos sin que exista
por nuestra parte ninguna posibilidad de control de su organización».
La intervención de Graziadei
aportó nuevos elementos al discurso antimasónico de la Internacional
Comunista, introduciendo el concepto de masonería como organización
política de la burguesía, concepto que utilizaría Gramsci cinco años
más tarde en su célebre discurso parlamentario durante el debate sobre
la ley contra las sociedades secretas.
Al día siguiente, el francés Guiebeaux reiteró ante el Congreso la moción italiana, que el pleno
aprobó por unanimidad. No obstante, la comisión encargada de
establecer las condiciones de admisión se negaría a aceptar esta
resolución de la asamblea general, por juzgarla demasiado patente.
Lenin o Zinoviev debieron intuir las verdaderas intenciones de Serrato
de jugar la baza «masónica» con miras antifrancesas y se
despreocuparon aquí de la cuestión.
Trotski , la
Tercera Internacional y la «Cuestión Francesa»
Los dos primeros Congresos de la Internacional Comunista (1919-1920)
dejaron de lado el asunto de la Masonería (II Congrès de la
Troisième Internationale Communiste, París, Ed. 1920). Si durante el IIº Congreso la
demanda de depuración de masones pareció excesivamente descarnada, en
el IIIº (1921) la situación cambió tanto que Trotski propuso que la
afiliación a la masonería se prohibiera a todos los miembros del
partido, ya que, «por su status, la Masonería no representa otra cosa
que un proceso de infiltración de la pequeña burguesía en todas las
capas sociales». La solidaridad, «principio básico de la Masonería,
constituía un serio obstáculo para la acción proletaria, y que la
libertad de concepción burguesa, era opuesta a la de la dictadura del
proletariado... La Masonería, por sus ritos, recuerda las costumbres
religiosas y sabe que toda religión sojuzga al pueblo». Las
directrices fueron aprobadas por el Congreso y la IIIª
Internacional que se convertiría en el más encarnizado adversario de
la masonería.
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Stalin,
Lenin y Trotsky.
Según este último «La Masonería representa un proceso de
infiltración de la pequeña burguesía en todas las capas sociales
opuesta a la dictadura del proletariado... La Masonería, por sus
ritos, recuerda las costumbres religiosas y sabe que toda religión
sojuzga al pueblo»
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El punto de vista de Trotsky fue
aprobado por el Congreso, y la Tercera Internacional prohibió a sus
miembros el formar parte de las logias masónicas. Sin embargo, hubo
que esperar hasta el cuarto Congreso (Moscú, 11-20 de noviembre de
1922) para que —a raíz de los problemas surgidos en el partido
Comunista Francés— se añadiera una nueva condición a las 20
indispensables que, para ser admitido como miembro del Partido
Comunista, se habían adoptado en el segundo Congreso. Dice así: “Si el
2º Congreso de la Internacional Comunista no ha tratado en las
condiciones de adhesión a la Internacional un punto especial sobre la
incompatibilidad del comunismo y la Masonería, es porque este
principio se hallaba en una resolución tomada por separado y votada
por unanimidad por el Congreso. La Internacional considera como
indispensable poner fin, de una vez por todas, a estas uniones
comprometedoras y desmoralizadoras del Partido Comunista con las
organizaciones políticas de la burguesía. El honor del proletariado de
Francia exige que depure todas sus organizaciones de clase de los
elementos que quieren pertenecer a la vez a los dos campos de lucha.
El Congreso encarga al Comité dirigente del P.C. francés liquidar,
antes del 1.º de marzo de 1923, todas las conexiones del Partido en
las personas de algunos de sus miembros y de sus grupos con la
Masonería. Aquel que, antes del 1.º de enero, no haya declarado
abiertamente a su organización, y hecho público por intermedio de la
prensa del Partido su ruptura total con la Masonería, será
automáticamente excluido del P. C., sin derecho a una nueva
incorporación en cualquier momento que sea. La ocultación de
quienquiera que sea, de pertenecer a la Masonería, será considerada
como penetración en el Partido de un agente del enemigo, y deshonrará
al individuo en cuestión con una mancha de ignominia ante todo el
proletariado. Considerando que el solo hecho de pertenecer a la
Masonería —se haya o no perseguido, al hacerlo, un fin material de
oportunismo o cualquier otro fin denigrante— atestigua un desarrollo
extremadamente insuficiente de la conciencia comunista, y de la
actividad de clases, el IV Congreso reconoce indispensable que los
camaradas que hayan pertenecido hasta el presente a la Masonería, y
que rompan ahora con ella, sean privados, durante dos años, del
derecho de ocupar puestos importantes en el Partido. Sólo por medio de
un trabajo intenso por la causa de la revolución, en calidad de
simples militantes, estos camaradas podrán reconquistar la confianza
absoluta y el derecho de ocupara en el Partido puestos de importancia”
(Manifestes, thèses, résolutions des quatre premiers Congrès
mondiaux de l´International Commnuniste, 1919-1923 (Textes
complèts), París, 1934, pp. 197-198).
A juicio de Trotski: «Hemos
cometido una falta al tolerar que camaradas de valor hayan pertenecido
a la masonería. Pero, después de reconocer esta falta, emprendemos una
lucha implacable contra esa máquina de subversión de la revolución. La
Liga de los Derechos Humanos y la francmasonería son máquinas
burguesas que embaucan la conciencia de los representantes del
proletariado francés. Declaramos a esos métodos una guerra sin
cuartel, por constituir un arma secreta e insidiosa del arsenal
burgués».
Expulsión de los masones del Partido
Comunista francés
En la época del IVº Congreso,
el Partido Comunista Francés estaba dividido en tres sectores que,
mediante luchas intestinas, paralizaban su vida política. El sector
moderado sostenía que las directrices moscovitas eran a veces
contrarias a los intereses del partido. El centro no se había unido
con el sector de izquierda, único fiel a los dictados de Moscú,
alegando a su vez que éstos se oponían a la soberanía del partido.
Jules Humbert-Droz, dirigente comunista francés y miembro de la
delegación en Moscú, confirmó esta hipótesis escribiendo en sus
memorias que la cláusula sobre la masonería fue querida por Trotski
para acabar con esos bandos: «Trotski tuvo una idea genial para
demoler esos sectores y poner término a su lucha. Fingió descubrir que
muchos funcionarios del partido eran miembros de la Masonería y de la
“Liga de los Derechos del Hombre”, organizaciones secretas de la
burguesía francesa», para provocar una grave crisis dentro del grupo
dirigente.
Las decisiones de Moscú levantaron una
auténtica polvareda; la Internacional Comunista respondió que «la
operación quirúrgica llevada a cabo por el partido francés era
ciertamente difícil y si esa estocada deja desparramados fuera de los
muros de nuestro partido a algunos centenares y aun millares de
cadáveres políticos, peor para y mejor para el partido, porque sus
fuerzas y peso no dependen únicamente del número de sus miembros».
Repercusiones en España
El anatema comunista provocó
un grave malestar entre los masones españoles. En efecto, la
revolución rusa había sido vista con simpatía por el Gran Oriente de
España (GOE) y su Gran Maestre Luis Simarro. A finales de 1919, el GOE
se puso a la cabeza de una campaña pública contra el bloqueo
internacional llevado a cabo por los países de la Alianza contra el
régimen bolchevique y contribuir a su eventual derrocamiento.
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Andrés Saborit, Julián Besteiro,
Daniel Anguiano y Largo Caballero, en el penal de Cartagena
(Murcia) condenados a cadena perpétua por organizar la huelga de
1917. Daniel Anguiano (Haro, 1882 - México, 1964), político,
sindicalista socialista y luego comunista español. Iniciado el 8
de agosto de 1919 en la Logia “Hispono Americana”, sería después
Gran Maestro de la Gran Logia Regional del Centro. Obligado a
elegir, abandonó la política para seguir en la masonería. |
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Ante la orden de abandonar
las logias masónicas, algunos dirigentes comunistas españoles se
negaron a obedecer, saliendo del partido y permaneciendo fieles a la
Orden. El caso de Daniel Anguiano fue citado a modo de ejemplo por
Augusto Barcia, representante del GOE en el Convento masónico de
Ginebra. Abordando el espinoso problema de la relación entre masonería
y política, el delegado español explicó que su Obediencia consideraba
que los mayores enemigos de la Orden eran los gobiernos de Rusia e
Italia, aunque «pocos serán en España los que se hayan parado a
reflexionar en lo que significa el hecho de que en Moscú los
definidores de la IIIª Internacional hayan dicho en la XIIIª de sus
resoluciones: “no podrán pertenecer a las organizaciones comunistas
los que sean o hayan sido francmasones”. Y es que la dictadura rusa,
como la italiana, como toda organización que trate de imponer una
idea, un sentimiento, una verdad como únicos y absolutos, tendrá
siempre que ver en la masonería su mayor adversario, su enemigo
invencible».
Con la exclusión de los
masones daba comienzo la llamada «bolchevización», entendida como
asimilación y adaptación de los principios y experiencia de los
bolcheviques rusos a las situaciones particulares de cada país. Así,
los dirigentes de la Internacional Comunista utilizaron hábilmente la
cuestión masónica para zanjar a su favor las divisiones internas de
los partidos.
La Enciclopedia
Soviética
La Gran Enciclopedia
Soviética dice en la voz Massenstvo (Masonería o
Francmasonería): “Francmasonería viene del francés franc-maçon
(masón libre o albañil libre). Corriente de ética religiosa, nacida en
Inglaterra a principios del siglo XVIII, y que después se extendió a
otros países. La forma de organización de la Masonería fue tomada de
las costumbres de las asociaciones de albañiles de las catedrales de
la Edad Media. Estas asociaciones medievales constituían corporaciones
que guardaban celosamente sus secretos profesionales y que conservaban
sus herramientas en edificios especiales llamados logias, que les
servían de lugar de reunión. Las logias masónicas reunían
principalmente a gente que pertenecía a los medios privilegiados de la
alta sociedad. En el interior de la Masonería había una jerarquía con
varios grados. Los grados superiores acostumbraban a ser ocupados por
representantes de la alta aristocracia y de la burguesía. La Masonería
recomendaba la unión de todos los hombres sobre la base de amor
universal, de la igualdad de la fe y de la cooperación con el fin de
mejorar la sociedad humana por el conocimiento de sí misma y de la
fraternidad. Al proclamar la fraternidad universal en las condiciones
de antagonismo de clases, contribuía a reforzar la explotación de los
hombres, pues alejaba las masas trabajadoras del combate
revolucionario. La francmasonería hacía propaganda en pro de formas
nuevas y más refinadas del ensueño religioso, suscitando la mística y
propugnando el simbolismo y la magia… En la época actual la
francmasonería es uno de los movimientos más reaccionarios de los
países capitalistas, y el que tiene más difusión en los EE.UU., donde
se encuentra su centro de organización” (Gran Enciclopedia
Soviética, Moscú, Ed. Socialista de Estado, 1954, 2.ª ed.; 1954,
vol. 26, p. 442).
Sin embargo, hoy día, en los
partidos comunistas occidentales, ya no existe el rigor y prohibición
de hace unos años.
Extractado de: Marco Novarino
(Universidad de Torino) “Las resoluciones antimasónicas de la
Internacional Comunista y sus repercusiones en Francia y España”, en
J. A. Ferrer Benimeli (coord.), La Masonería en la España del Siglo
XX, Toledo, 1996, vol. I, pp. 489-507.
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